La revolución controlada

16 12 2015

En la cola de la tormenta viaja la calma; bajo los adoquines aguardaba una playa; y detrás de Lancaster vino Eddie Jones. La lógica de las decisiones es simple: para olvidar al fracasado del Mundial, nada mejor que relevarlo por uno de sus grandes triunfadores. En Inglaterra, país mercurial como tantos otros, muy dado a las certezas retrospectivas, la catarsis tiene nombre: Eddie Jones. Pero no sólo eso. En medio del cráter de acusaciones dejado por la implosión en la RWC15, una nueva rosa ha florecido en el otro rugby inglés: el de los clubes, protagonistas indiscutibles de este agitado primer tramo de la temporada. Dominan la Champions Cup después de tres jornadas y sus actuaciones, de estilos disímiles, han extendido la temprana sensación de que el gran rugby europeo está viviendo el pasaje nodal de eso que comúnmente llamamos cambio de ciclo. El gran desafío -derribar el dominio de Toulon y, por extensión, del hiperinflacionado rugby francés- parece en camino, aunque hay mucha tela que cortar todavía… Del otro, el de la recomposición de la selección nacional y restauración del inagotable orgullo de la Rosa, se encarga Jones. La cuestión, en el fondo, parece sencilla:  lograr que el rugby de Inglaterra se parezca al rugby que se juega en Inglaterra. Y todo eso sin dejar de ser Inglaterra. Se entiende, ¿no? Lo analizaremos en dos entregas.

Eddie Jones, en el centro del rugby inglés: Twickenham, todas las expectativas y la necesidad de renovación.

Eddie Jones, en el centro del rugby inglés: Twickenham, todas las expectativas y la necesidad de renovación.

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Queda inaugurado el futuro

19 10 2015

No es una cuestión de hemisferios, aunque lo parezca. Agrupar en el mismo saco a Nueva ZelandaSudáfrica, Australia Argentina y definir su rugby por la procedencia geográfica (llamémosle SANZAR, el organismo federativo que los agrupa) sería tanto como mirar al dedo cuando nos señalan la luna. Ni los cuatro juegan a lo mismo ni los anima la misma intención -la disonancia sudafricana no precisa detalles… está en su tradición-. Pero desde luego es mucho más fácil relacionarlos entre sí en el espíritu de su juego que establecer paralelismos con Francia Inglaterra. Ahora todo el mundo parece de acuerdo en que la distancia entre el Sur y el Norte se ha ampliado. Pero es que no acaba de hacerlo en estos cuartos de final, no: es una distancia que viene creciendo hace rato. Y, aunque resulta muy difícil un diagnóstico absoluto que defina cuál es la razón última de esa diferencia tan notoria en el juego, al menos deberíamos dejarnos ya de excusas y explicaciones incompletas, que han hecho extraña fortuna: como esa de los entrenadores neozelandeses (Gales también tiene uno) o la de que los campos europeos son muy pesados por el clima. Las dos se rebaten con un solo nombre y un solo equipo: esa Escocia valiente que puso contra la pared a Australia y  a la que ahora todos celebramos (y de la que había muchas risas tras su última Cuchara de madera) le debe mucho, además de a Vern Cotter, a un escocés de pura cepa: Gregor Townsend, el entrenador de Glasgow Warriors. ¿Juega Glasgow en las Bahamas? No. Juega en el mismo ámbito de días lluviosos, campos pesados y pelotas con agua que el resto del Pro12. Así que la cosa no va de geografía. Va de hemisferios mentales. De ideas. De intención.

Imhoff, el ala argentino, se lanza en palomita sobre la zona de marca irlandesa, en una de las anotaciones del partido que los Pumas le ganaron al equipo de Joe Schmidt.

Imhoff, el ala argentino, se lanza en palomita sobre la zona de marca irlandesa, en una de las anotaciones del partido que los Pumas le ganaron al equipo de Joe Schmidt.

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Inglaterra y la otra Inglaterra

2 12 2014

Inglaterra siempre nos deja la impresión de mejorar en una medida directamente proporcional al alejamiento que Stuart Lancaster haga de sus presupuestos iniciales. Si analizamos los cuatro partidos que ha jugado la Rosa en este mes de noviembre (derrotas ajustadas con Nueva Zelanda (21-24) y Suráfrica (28-31); victorias ante Samoa (28-9) y Australia (26-17), podemos dibujar esa línea de fuga: rehízo su medio campo desde la combinación inicial (Eastmond / Barritt) hasta llegar a la final (Twelvetrees / Barritt), pasando por la prueba de Owen Farrell en el 12 contra Samoa, recuperada en el tramo final del encuentro con Australia. Billy Vunipola, indiscutible número 8 de la última etapa, quedó ensombrecido por la agresividad finalizadora de Ben Morgan, un tipo que desequilibra cuando embiste. Es verdad que el relevo de Vunipola se debió a una conmoción en partido de la Premiership con los Saracens, pero aun así la impresión de poderío de Ben Morgan parece diferencial: ensayó contra Suráfrica y repitió con los Wallabies, dos veces. Seguramente fue, con varios pasajes de Tom Wood y, sobre todo, con el creciente Courtney Lawes, lo mejor de una delantera que aún es (pese a las notabilísimas ausencias de Dan Cole, Corbisiero, Launchbury, Parling o Tom Croft), el motor fundamental inglés.

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Ciudadano Wilkinson

22 05 2014

Jonny Wilkinson se retirará del rugby después de los dos partidos que le quedan a su equipo, Toulon, esta temporada: la final de la Heineken Cup, este sábado frente a los Saracens; y la del campeonato francés, el Top14, una semana más tarde, de nuevo con Castres por rival. Entre medio, este próximo domingo, el apertura inglés habrá cumplido 35 años. Dos encuentros para que Wilkinson, el hombre que hizo ese raro tránsito de jugador de rugby a estrella mediática (y por méritos deportivos, no por una exclusiva operación de marketing), recubra de mayor gloria una carrera de picos extraordinarios y un largo valle intermedio próximo al hundimiento físico y emocional. Wilkinson ha sido, para muchos, el Beckham del rugby. La analogía entre los dos personajes se apoya en la coincidencia temporal, en algún encuentro publicitario que tuvo por argumento su común maestría por el golpeo de la pelota, y en la condición de iconos que trascienden lo deportivo. Pero olvida divergencias fundamentales. Wilkinson fue Beckham sin ser Beckham. Es decir, la complejidad mercadotécnica alcanzada por el futbolista (que no está al alcance de cualquiera, desde luego) fue en realidad complejidad psicológica en el jugador de rugby. Wilkinson ha peleado toda su vida por el equilibrio mental. Ni la gloria ni la notoriedad cambiaron su modo de comportarse en la escena pública o en el campo de juego. Pero le pasaron una carísima factura íntima: su largo camino de vuelta de la gloria lo rindió en un laberinto de lesiones, en un proceso de autoinculpación terrible y en estados que alcanzaron pasajes depresivos. Se va convencido de que ni su cuerpo ni su cerebro pueden hacer frente ya a las exigencias del rugby de hoy. Lo único que le da miedo, dice: «Encontrar un trabajo como Dios manda». Jonny está a punto de convertirse en el ciudadano Wilkinson. Un mortal más… o no.

Wilkinson dice adiós al rugby, envuelto en reconocimiento y con una última posibilidad doble de ser campeón de Europa y de Francia con Toulon.

Wilkinson dice adiós al rugby, envuelto en reconocimiento y con una última posibilidad doble de ser campeón de Europa y de Francia con Toulon.

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Cinco cosas sobre Seis Naciones

20 02 2014

Viene la tercera jornada. Partidos decisivos, el monumental duelo entre Inglaterra e Irlanda (sin Dan Cole, lesionado de gravedad) y un viernes animado por el ultimátum de Gatland a sus jugadores antes de recibir a Francia: «El que no levante el nivel se juega estar en la Copa del Mundo», les ha dicho el técnico de los Dragones a sus demediadas estrellas. Francia llega invicta, un estado que no oculta las tensiones subterráneas, aunque plenamente visibles, de su rugby. Y, por abajo, Italia y Escocia en Roma. Uno de esos duelos ya clásicos por evitar quedar último clasificado.

Aunque parezca mentira por la apariencia enladrillada de su cabeza, Dan Cole no es el hombre sin cuello: de hecho lo tiene y lo tiene lesionado. No queremos imaginar la dimensión de los discos que operan en esa anatomía, pero uno de ellos ha dejado al pilar inglés fuera de concurso por lo que resta de temporada y su baja promete (más) sufrimiento para los ingleses frente a Irlanda.

Aunque parezca mentira por la apariencia enladrillada de su cabeza, Dan Cole no es el hombre sin cuello: de hecho lo tiene y lo tiene lesionado. No queremos imaginar la dimensión de los discos que operan en esa anatomía, pero uno de ellos ha dejado al pilar inglés fuera de concurso por lo que resta de temporada y su baja promete (más) sufrimiento para los ingleses frente a Irlanda.

1) Dragones y mazmorras

A Warren Gatland no le pareció nada bien lo que vio en su equipo frente a Irlanda. De hecho, le pareció lo que podríamos traducir como «inadmisible». Esta vez resulta fácil ponerse de acuerdo con el entrenador neozelandés de Gales: el 26-3 de Dublín constituyó una reunión de evidencias que apoyan las sospechas sobre su equipo. La pereza de una tercera línea pensada para dominar, los rigores de la primera, la merma de ritmo o la dispersión mental del medio de melé Mike Phillips, el largo interrogante sobre la cabeza de Priestland y la constancia de que el infalible Halfpenny ha caído un tanto de su punto exuberante del año pasado… Para la visita de Francia al Millennium (la Francia dudosa, la Francia imbatida), Gatland ha mandado a la mazmorra a Phillips, camino que parecía destinado a recorrer lo quisiera o no. Elige como relevo a Rhys Webb, el 9 de Ospreys, que en mayo pasado se rompió el cruzado de la rodilla y que se mantiene por delante del Scarlet Rhodri Williams (20 años), del que aquí ya hemos dejado alguna píldora de esperanza futura. Al margen del cambio en la bisagra, la baja de Scott Williams (unida a la anterior de Jonathan Davies) fuerza una muy interesante variación en la arquitectura del equipo galés: su segundo centro será nada menos que George North. Liam Williams irá al ala. El debut en ese puesto de North (jugador capaz de girar los partidos con sus arremetidas) resulta llamativo en sí mismo. Más todavía cuando enfrente, recordemos, aparecerá con la camiseta de Francia Bastareaud: tocado en el hombro la semana pasada con Toulon, el hombre bisonte ha pasado la prueba y estará en el XV de Saint-André. Uno no puede imaginar fácilmente un encuentro más bestial, literalmente hablando. Sólo un engendro rollo Hollywood: Alien contra Predator… ese tipo de cosas enfermizas.

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Lancaster hace, Lancaster deshace

4 02 2014

La tendencia a explicar los equipos de rugby a través de las decisiones de sus entrenadores es cada vez más frecuente. Más en las competiciones de clubes que en las selecciones, desde luego, pero está claro que la figura del entrenador, que tenía un papel secundario en el rugby clásico, va sumando preponderancia en los tiempos modernos. Ahora están bajo los focos. Esto también era así en los orígenes del fútbol y sabemos bien a dónde ha llegado la cosa. El rugby lleva décadas de retraso en su evolución y resulta fácil constatar que el progreso no siempre es lo que nos gustaría… Hablamos, claro, de Stuart Lancaster. Puede que el trabajo del entrenador inglés sólo sea posible juzgarlo en 2015, desde la perspectiva que nos ofrecerá la Copa del Mundo. Porque a cada momento Lancaster, y sus decisiones, nos recuerdan que está construyendo un equipo para esa cita. De cuando en cuando, las cifras lo subrayan, por si alguien lo pierde de vista: este fin de semana, ante Francia, la media de caps del XV de la Rosa era 13. O sea, nada. En este Le Crunch 2014 debutaron dos hombres más: el ala Nowell y el segundo centro Burrell. Cierto que las lesiones intervienen y que Lancaster se ha decidido (por fin) a revisar algunos nombres de su equipo base. Pero la juventud ha sido una tendencia constante, una característica básica del equipo inglés en los últimos años.

gael-fickou

Fickou apoya el ensayo que le dio la victoria a Francia, una jugada en el minuto 77 que le daba la vuelta a la larga remontada de Inglaterra. El equipo de Lancaster no supo ni culminar su ventaja ni defenderla, después de haber acumulado muchos méritos a lo largo del partido.

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La Inglaterra de los Vunipola

1 11 2013

Rebasado el cambio de hora, la noche de las brujas y los veranillos tardíos de otoño, noviembre es el mes que abre la puerta a un tiempo largo de oscuridad. En todos los sentidos: hay que empezar a darse prisa con la lotería de los clubes, que siempre va fuera de plazo, y en los lineales de los supermercados asoman ya sin remedio las tabletas de turrón de la campaña que viene. Si no fuera por los bigotes (de pelusilla, rectilíneos, charlotescos o los envidiadísimos de herradura) y por el rugby, no habría forma de levantar un mes así. Los bigotes movemberianos y el rugby, que en estas semanas sale de gira. Los chicos del sur cruzan el globo de camino al norte y acaban la temporada retando a las potencias boreales, que se están preparando para las tradicionales conflagraciones del nuevo año. La invitación al baile se hace generalizada con los programas de integración en la élite de los test matches por parte de la IRB: si no nos fallan las cuentas y aún sabemos calcular con los dedos, nos esperan 42 partidos en los próximos cinco fines de semana. Entre ellos, los dos de la nueva España afrancesada de Santiago Santos (de la que nos ocuparemos más adelante y en particular) en Chile y Uruguay, más la visita a Madrid de Japón. Precisamente en casa de los nipones voladores abren noviembre los All Blacks, este sábado a las 14:00 horas en Tokyo (es decir, las seis de la mañana en este confín); y por la tarde, el primer gran clásico: Inglaterra recibe a Australia en Twickenham (15:30 hora española). La Inglaterra de los Vunipola, vale decir… Un equipo que busca el eslabón perdido de su juego en el melting-pot de la sociedad británica y allá donde alcancen los límites del imperio de su profuso rugby formativo: en unos chicos tonganos educados en Gales, en un velocista caribeño de Santa Lucía, en algunos tránsfugas del código league (Joel Tomkins es el último en alcanzar la selección) o en varios clásicos recientes, jóvenes que protagonizan en los dos últimos años el proceso de renovación del lampedusiano Lancaster: cambiar para que nada cambie.

La familia Vunipola: Billy, número 8 de Inglaterra; de pie Fe'ao, 32 veces internacional y capitán de Tonga en sus días; la madre, Iesinga, reverenda metodista; y Mako, pilar izquierda, British&Irish Lion en la última gira con Australia.

La familia Vunipola: Billy, número 8 de Inglaterra; de pie Fe’ao, 32 veces internacional y capitán de Tonga en sus días; la madre, Iesinga, reverenda metodista; y Mako, pilar izquierda, British&Irish Lion en la última gira con Australia.

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