‘Champagne Supernova’

26 05 2021

  • Toulouse levantó su quinta Copa de Europa en un partido áspero con La Rochelle: es el regreso del equipo más campeón, pero con un estilo distinto al de sus días de burbujas rosas

Durante un siglo entero, el rugby pareció debatirse en una tozuda disyuntiva: ¿Qué debía tener más valor, anotar con el pie o hacerlo con la mano? Esa indecisión, o tal vez esa evolución, había estado de alguna forma inscrita en el modo en que se modificó a lo largo de las décadas el puntaje de las anotaciones: en 1891 el apoyo otorgaba sólo un punto y la conversión, dos. Luego fueron dos y tres, respectivamente. Hasta que a partir de 1893 el ensayo elevó su valor (tres puntos frente a dos de la patada a palos). Ese equilibrio entre el pie y la mano se mantuvo hasta que las dos últimas modificaciones del valor de los ensayos, ya contemporáneas, los hicieron valer cuatro puntos en 1971 y los actuales cinco en 1992. El remate de la inclinación por el juego a la mano como metonimia de rugby ofensivo lo puso el bonus. Durante años que el planeta rugby se resiste a olvidar, Francia tuvo mucho que ver en el triunfo de esa asociación.

Sirva la breve referencia histórica para centrar los tiros que vamos a pegar. Volvamos a mirar atrás… y al Hexágono. Entre 1970 y 1984, Béziers ganó hasta diez veces el Bouclier de Brennus. Títulos sostenidos en un estilo de rugby en el que siempre hubo más barro que porcelana, lo que subraya de forma aún más rotunda el contraste con el siguiente episodio: el inmediato florecimiento, a la espalda de esa edad de hierro, de un juego ilustrado que acabaría por convertir a Toulouse no tanto en un equipo como en una categoría. El flair francés. Dirigido por Pierre Villepreux y Jean Claude Skrela, el equipo rojo y negro envolvió en aquellos años su juego en un mantra que ha determinado su cultura como club, más allá de las circunstancias: juego de manos, juego de tolosanos. El eslogan resume lo que ocurría en el campo, un rugby inflamado de destreza, atrevimiento e imaginación. Todo coronado, y ahí reside lo verdaderamente diferencial, por una interminable seguidilla de victorias.

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