Queda inaugurado el futuro

19 10 2015

No es una cuestión de hemisferios, aunque lo parezca. Agrupar en el mismo saco a Nueva ZelandaSudáfrica, Australia Argentina y definir su rugby por la procedencia geográfica (llamémosle SANZAR, el organismo federativo que los agrupa) sería tanto como mirar al dedo cuando nos señalan la luna. Ni los cuatro juegan a lo mismo ni los anima la misma intención -la disonancia sudafricana no precisa detalles… está en su tradición-. Pero desde luego es mucho más fácil relacionarlos entre sí en el espíritu de su juego que establecer paralelismos con Francia Inglaterra. Ahora todo el mundo parece de acuerdo en que la distancia entre el Sur y el Norte se ha ampliado. Pero es que no acaba de hacerlo en estos cuartos de final, no: es una distancia que viene creciendo hace rato. Y, aunque resulta muy difícil un diagnóstico absoluto que defina cuál es la razón última de esa diferencia tan notoria en el juego, al menos deberíamos dejarnos ya de excusas y explicaciones incompletas, que han hecho extraña fortuna: como esa de los entrenadores neozelandeses (Gales también tiene uno) o la de que los campos europeos son muy pesados por el clima. Las dos se rebaten con un solo nombre y un solo equipo: esa Escocia valiente que puso contra la pared a Australia y  a la que ahora todos celebramos (y de la que había muchas risas tras su última Cuchara de madera) le debe mucho, además de a Vern Cotter, a un escocés de pura cepa: Gregor Townsend, el entrenador de Glasgow Warriors. ¿Juega Glasgow en las Bahamas? No. Juega en el mismo ámbito de días lluviosos, campos pesados y pelotas con agua que el resto del Pro12. Así que la cosa no va de geografía. Va de hemisferios mentales. De ideas. De intención.

Imhoff, el ala argentino, se lanza en palomita sobre la zona de marca irlandesa, en una de las anotaciones del partido que los Pumas le ganaron al equipo de Joe Schmidt.

Imhoff, el ala argentino, se lanza en palomita sobre la zona de marca irlandesa, en una de las anotaciones del partido que los Pumas le ganaron al equipo de Joe Schmidt.

La cuestión está en mirar a los jugadores que tienes y los potenciales que atesoran. La cuestión reside en elegir bien qué quieres ser, a qué quieres aspirar, cuál es el modelo y a quién te gustaría parecerte. A partir de ahí viene lo demás. ¿A qué se parece Francia? A nada de lo que ha sido Francia a lo largo de su historia, diremos. Pero por ese camino volveremos a incurrir en la tentación de proclamar, no sin razones, la extrañeza de que una de las naciones a las que mayor gloria estética debe el juego le haya arrebatado estos últimos años cualquier atisbo de gracia a su rugby. Sin embargo, ese análisis yerra de base. A Francia no hay que compararla ya con la Francia del pasado sino con su rugby nacional, que no es lo mismo: el rugby nacional francés, hoy por hoy, es el Top14. Y el equipo de Francia es ya el Top14. Hay una Francia ANTES de esa mímesis -acelerada por Saint-André– y otra DESPUÉS. Y no hay más.

O sí, en realidad… porque me cuentan quienes lo ven que el ProD2 no se parece en nada, y que se juega un rugby bastante más divertido, abierto, ágil y ofensivo que en la división máxima. Entonces… parece una cuestión de elecciones, sí. El repaso de los All Blacks del pasado sábado, una de esas exhibiciones de juego total que con cierta frecuencia generan los chicos de negro, castiga de la manera más rotunda posible tal evolución, pero va a ser difícil que Francia abandone el carril por el que ha entrado. El modelo ha transformado también a los jugadores, muchos de ellos intercambiables, sin personalidad, sin rasgos distintivos, eslabones de la cadena de producción de un rugby industrial. El regreso va a ser difícil porque Saint-André lo ha acelerado, pero viene de antes: muchos señalarán, y no sin razón, la larga caída propiciada por Bernard Laporte primero y Marc Lièvremont después. Hay quien invoca el espíritu de Guy Novès Toulouse, pero nos tememos que tal apelación haya quedado ya trasnochada. Y además, no se puede olvidar que el epítome del actual rugby francés es un equipo multicampeón e incontestable en Europa, el muy bernardlaportesco Toulon. Tal vez, se nos ocurre, la pregunta pertinente sea ésta: ¿Dónde estaría Toulon si compitiera en el Super15?

Stuart Lancaster podría haber elegido que su Inglaterra se pareciera más a la Premiership, o a algunas manifestaciones muy reveladoras de esa competición: BathWaspsHarlequins, Gloucester, incluso Exeter o Sale Sharks… Pero le dio por abrazar primero el modelo Saracens y después un híbrido incomprensible hecho de elecciones que gritaban incoherencia. Gatland podría entender que detrás del descomunal tamaño de sus jugadores también hay talento y otras características con las que construir una idea de rugby alrededor de una generación magnífica. En ciertos casos, excepcional. Pero ha derivado en lo que hoy es Gales, visto en el igualado (por abajo, a pesar del ruido de cacharrería y la exhibición de vigor general) partido que abrió los cuartos de final y que perdieron por una brillante descarga de Vermeulen. Tampoco Sudáfrica puede presumir de mucho, pero está ahí, como casi siempre. Escocia, mientras, resolvió parecerse a Glasgow, como ya se ha dicho. Si el mejor equipo y los mejores jugadores están en casa, qué sentido hubiera tenido no trasplantar y adaptar el modelo. El atrevimiento de hacerlo con muchos menos recursos que el resto parece ya encomiable. Es posible que el proceso no le gane a Escocia grandes torneos, pero ni las victorias ni las derrotas sancionan del todo ningún razonamiento, porque ganar y perder se puede hacer de todas las formas. Lo que Escocia ha vencido es la batalla de la coherencia. Y el aprecio de muchos. Sigue siendo un equipo imperfecto, demasiado vulnerable en defensa: cada vez que Australia visitó la 22 le metió un ensayo. Es difícil triunfar siendo tan permeable. Samoa hizo algo parecido durante la mitad del partido en el grupo. Pero todo eso se puede mejorar si se quiere trabajar.

El choque del domingo demostró cuánto ha progresado ya el equipo de Cotter en cuestiones que lo lastraban hasta hace poco: la bisoñez, el tirar la posesión en los contactos buscando un pase de malabarista, las elecciones precipitadas. Hay que conocer la idiosincrasia, lo bueno del propio juego, pero siempre usándolo con rigor e inteligencia. Su velocidad tuvo esta vez mucho más control y eso produjo un equipo peligrosísimo. Atacó la línea de ventaja como siempre pero guardó el balón en los contactos como nunca; limpió con decisión y contundencia, lo que le permitió generar continuidad e incertidumbre en una defensa Wallaby que había de moverse rápido en la recolocación y a la que la siguiente cortina ofensiva encontraba fuera de sitio. Usó el pie para salir de su 22 cuando Australia presionaba arriba, con patadas muy a la All Black, no buscando la touche sino metiéndolas bien picudas, altas, con el fin de disputarlas con los alas y los centros. Su demolición de la melé australiana, debida en buena parte a ese 3 dominador que es WP Nel, hizo el resto. Los recursos imponen un techo, sí, pero si hay idea y trabajo, hay espacio para la mejora.

El asunto de la técnica, que por ejemplo Brian Moore trató en su análisis de estos cuartos de final, es a veces otra excusa repetida. «Es que los All Blacks tienen una técnica superior», se dice. Y se dice como si la técnica se generase por transfusión sanguínea, genética o inspiración celestial. No, mire… si hay algo achievable, que dicen en inglés, si hay algo al alcance de todos es precisamente la técnica. Cualquier entrenador sabe que la técnica es repetición. Repetición. Repetición. Trabajo y repetición. Tecnificación y repetición. Jonny Wilkinson fue el pateador más decisivo de todos los tiempos solo por eso, no porque naciera con un metrónomo en el pie. Por su obsesión en la técnica. ¿Hace falta explicar el trabajo subterráneo, solitario, constante, obsesivo… que revelan las irritantes rutinas de pateo de Dan Biggar? Pues es con todo lo mismo.

La excelencia técnica de los All Blacks es cuestión de método, desde abajo y hacia arriba. De idea. De ejecución. Los All Blacks son los mejores porque lo hacen todo, todo, todo a un nivel superior o con un estándar altísimo. No es que sean los mejores en el juego abierto, es que son superlativos en la mayoría de los órdenes del juego, característica que se pasa por alto muy a menudo: lanzan y saltan las touches de maravilla, ruckean de vicio, juegan la patada táctica y las persecuciones al milímetro, defienden con un orden colectivo y una precisión individual soberbias, ganan las pelotas en los reinicios porque los hacen mejor que nadie, juegan la melé con una consistencia enorme… Todas estas cosas suelen pasar desapercibidas bajo los ensayos, las combinaciones veloces y demás. Y se olvida con una facilidad que a uno siempre le ha sorprendido.

Uno de los deportes más habituales alrededor del rugby consiste en sobredimensionar las presuntas debilidades de los All Blacks, mientras se ensalzan las potencias del resto. Como lo de la melé, por ejemplo. O el supuesto nivel de su primera línea, gente como Woodcock, Crockett, Faumuina, los hermanos Franks  y no digamos Coles o Mealamu. Sinceramente, habría que buscar muchísimo para encontrar un partido en el que este equipo de Steve Hansen (de cuya excelencia como hacedor de la mejora sobre la mejora permanente en la que viven los All Blacks se habla demasiado poco) perdiera el choque o fuera ampliamente dominado en el juego de delantera, particularmente en las fases estáticas. Y hay que buscar mucho también para encontrar un equipo al que sus lineouts le funcionen con la fluida solvencia con que lo hace la de los neozelandeses: desde los lanzamientos -que como sabemos por otros equipos no son cosa baladí- a sus variantes ofensivas y defensivas en las disputas por alto. Parece que en todas esas debilidades hay más ganas de verlos perder que otra cosa. Desear que el mejor pierda nos parece muy legítimo (si alguien les gana es porque hicieron algo mejor y eso debe ser celebrado, aquí los primeros), pero el empeño en tomarse a la ligera el rugby que juega esta gente supone ignorar que están, hoy por hoy, en otra dimensión en todos los aspectos del juego, su preparación y su desarrollo. Incluida la preparación física. Eso no los hace invulnerables ni imbatibles. Y mejor así. Podrán ganar o perder, que eso es deporte y así debe funcionar pero, ganen o no esta RWC15, van a seguir siendo los mejores porque han aproximado a la sublimación un modelo, unas capacidades y una tradición que siempre los hizo distintos pero, casi nunca, así de superiores.

Daniel Hourcade, el seleccionador argentino, decidió que para dar el salto los Pumas debían parecerse a las mejores versiones del juego en el sur. Y para eso promocionó un estilo de juego y a un tipo de rugbiers jóvenes que han llevado a Argentina a las semifinales, donde ya estuviera en 2007 con la generación de bronce. Las generaciones se han ido acumulando y ahora la mezcla es una bomba: Fernández-Lobbe, Senatore, Creevy, Hernández, Imhoff, Agulla, Ayerza… y luego Nico Sánchez, Tuculet, Landajo Cubelli… y después Herrera, Cordero, Tetaz-Chaparro, Matera, Lavanini, Petti, Moroni, Facundo Isa… En fin, una barbaridad. El objetivo de Hourcade (y de Pichot, héroe en Francia entonces y hoy inspirador y organizador de la gran transformación del rugby argentino) era el 2019, pero han avanzado terreno a marchas forzadas. Contra Irlanda salieron como aviones, anotaron dos ensayos pronto, después domesticaron la tremenda tormenta verde y, por fin, golpearon jugando al abierto, generando y buscando los espacios, con un rugby expansivo que se ha ido ya camino del futuro. ¿La decisión de Herrera? Pudo ser expulsado. Quizás debió serlo: es una jugada de líneas muy delgadas (usa el brazo izquierdo en la entrada, pero se le ve la intención de golpear con el hombro derecho), que se resolvió con mucha fortuna a su favor en la revisión del TMO. Y al menos ésta se revisó. De todos modos, vale para esto el mismo razonamiento que para las quejas de Laidlaw por el golpe final a Escocia: son improductivas y no aportan nada sustancial al rugby. Fueron las decisiones que fueron, acertadas o no.

Lo importante es valorar el juego. Argentina era un equipo geográficamente del sur, pero inspirado en el rugby del norte. Varió su mirada y ahora juega un rugby que se fija en los modelos oceánicos, sin descuidar sus propios valores. Hay que recordar que vivió un pasaje de implosión interna en el relevo de Tati Phelan. Pero ha sabido recomponerse y más: redefinir su camino. Para ponderar aún más el progreso de este equipo merece la pena pensar el laborioso estado de transición entre generaciones en el que se encontraban los Pumas cuando fueron eliminados en la RWC11 por Nueva Zelanda: aquél era un equipo sin juego ofensivo, con grandes jugadores camino de la retirada (Ledesma se despidió precisamente contra los All Blacks) y otros que llegaban pero a los que aún había que medir (tal vez González Amorosino fuera el ejemplo más acabado). Ese bloque sobrevivía acogido  en la tradicional potencia de su melé y un minucioso trabajo en defensa. Eso no bastaba para dar el salto ni para competir en el Rugby Championship. Ahora, además, van a entrar con una franquicia en el Super Rugby y sus principales jugadores tienen una ventaja apreciable: nada menos que cuatro años para componer un bloque que será la base de los Pumas en 2019. Algo que nadie más puede replicar. ¿Hablamos de una Argentina finalista o hasta campeona del mundo en Japón? Se verá. Y también se verá si no alcanzan la cúspide antes. En dos semanas. Cualquiera sabe. Lo único claro, creemos, es que estos cuartos de final no decidieron solo los semifinalistas de esta RWC15. Más allá de eso, seguramente nos abrieron una ventana a algunas de las cosas que veremos en el futuro.


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17 responses

22 10 2015
peleida

que gozada tanto comentario, es una alegría.
yo nombrar a tres tipos que juegan de negro y tienen el mismo apellido
Smith
tres tipos cuyas antropometrías parecen de otro tiempo(ninguno se asemeja a un batido de proteínas andante) , pero que conocen entienden y aplican el juego de una forma excepcional.
muchas veces se habla de los jugadores neozelandeses, su método , esto lo otro y lo de mas allá. los tres son el ejemplo de ello.
talento para jugar al rugby , cada uno en su puesto , con sus particularidades pero jugadores de un nivel fuera de lo común.
ben smith es quizas el mejor ejemplo. que juega de ala, remata las jugadas como casi nadie , acompaña a sus compañeros de forma sabia.
que lo pones de zaguero, casi infalible recibiendo balones y pateando siempre que debe hacerlo con gran criterio, buen placador a pesar de que pese casi siempre 10 o 15 kg menos como mínimo que el tìo al que placa.

aaron smith es un nueve soberbio, llega rápido(laidlaw, laidlaw), ideas siempre claras y continuidad, continuidad. ademas fiero defensor y un tipo listo que aprovecha las debilidades del rival a la mìnima que se lo ofrezcan. su final del super xv este año para enmarcar.

y conrad, quizas el menos mediàtico y famoso de todos los all blacks(solo quizás owen franks lo es menos) es un tipo que te reconcilia con el juego. en una posiciòn donde si no eres ya primo hermano de robocop no pareces nadie, sapiencia, colocacion, lectura de la jugada, serio placando, buena mano para jugar

lo dicho tres tipos que saben jugar al rugby.

p.d: una imagen me dejo impactado. Sarzwesky intentando animar a Bastarreud al final del partido. en muchos medios (y parte del equipo parece) mucha gente focalizó todo el mal frances en ese jugador, pareciera que el era el único responsable del mal juego frances. y como se vio al final de los 80 minutos , los males eran mucho mas grandes y profundos. bastarreud era solo un sintoma no la enfermedad como mucha gente parecio decir la semana pasada.

saludos

21 10 2015
Jun

Pues ya están las semis, y nadie puede decir que sean una sorpresa, salvo el tremendo tropezón inglés

Solo había una semifinal a priori igualada, que con las bajas Irlandesas y el tremendo nivel de Argentina, dudo mucho que aún con todo hubiesemos tenido posibilidades, no dio para mucho.

Cierto que Gales y Escocia pelearon y plantaron cara, pero influyó más el mal partido tanto de sudafricanos como australianos, si Pollard acierta palos en la 2 parte, y Foley juega medianamente bien, no se habría llegado a esos finales tan apasionantes.

Sobre el arbitraje del AUS-SCO, pareciénome parcial y desacertado, para mí el fallo no es en las últimas jugadas, si no en la amarilla, y en esa si se emplea el TMO, no puedes echar a un tio por eso.

Y sobre el entrenamiento de NZ contra Francia pues nada que decir, solo esperar que semejante bofetada sirva para un cambio de rumbo y sentido en el juego frances, cosa que como en el caso de Inglaterra me temo que no sucederá

20 10 2015
Otro Mario

Gracias Mario por tus artículos durante el mundial.
Yo creo que Australia mereció ganar. Escocia se pone al frente con dos tries casi «fortuitos». Una patada que bloquean, y una intercepción . Vamos que lo de «injusticia» al final como que no lo compro. De no ser por esas dos jugadas, Australia gana el partido cómodamente (mas o menos por 10 puntos) y Escocia se tiene que ir a casa calladita y sin culpar mas que a su inoperancia.
Saludos

20 10 2015
Gustavo

Yo creo que al ver a los cuatro del sur en semifinales tendemos todos (yo el primero) a hacer valoraciones globales, que si los del Sur esto, que si los del Norte lo otro.
Pero no es justo meter en el mismo paquete a la heroica Escocia y a las dignisimas (sobre todo por las bajas) Irlanda y Gales que a los dos grandes descalabros del Mundial, las dos «potencias» del norte.
Si Gales, y sobre todo Escocia, hubiesen ganado este fin de semana, y bien poco le faltó, estariamos hablando de igualdad.
Que la «cuchara de madera» 2015 tuvo contra las cuerdas al campeón del ultimo Championship!!!!
Basta repasar lo dicho tras la victoria de Japón en la primera jornada.
Dicho lo cual, con ganas del festín que nos viene los proximos dias.

20 10 2015
ornat

Muy de acuerdo. Por eso hacía la distinción, que nunca puede incluir todos los detalles y matices posibles. Pero esa era la idea.

20 10 2015
Mikel Azkargorta

Muy bueno el artículo. Yo pienso que los de negro son los mejores porque han tenido la humildad para haber aprendido de todos los demás. Aprendido de los que les masacraban con el pie, aprendido de los que les hacían perder balones en touche. Aprendido de los que les ensuciaban el partido continuamente y les metían en su campo a patadas y empujones. Aprendido que no es una característica natural maorí jugar sin orden y concierto y corriendo por donde a uno le apetece…. aprendido de todos aquellos que hacían algo mejor que ellos.

De Joubert decir que se equivocó en el sin bien de Maitland… él y su juez de video viéndolo de todos los ángulos. Se equivocó por no pedir el TMO con la carga a Hogg (igual tuvo que ver cómo había fingido contra Sudáfrica cuando Nigel Owens le echó el discursito) y se equivocó en el golpe decisivo como nos hubiéramos equivocados TODOS. Respetó el protocolo del TMO y no vio que el balón de Phipps. Yo en 1ª instancia pensé «NOOOOOOO. NO LA COJAS QUE ESTÁ EN FUERA DE JUEGO».

En cambio, pidió un TMO para revisar un ensayo que me pareció completamente legal y fuera de dudas por un avant que costó verlo hasta en las repeticiones y que dejó a Australia sin un ensayo que yo hubiera concedido sin ninguna duda.

Joubert, tuvo una mala tarde, pero el protocolo del TMO no le ayudó.

20 10 2015
Jorf

Estando de acuerdo en el arror arbitral del final del partido, yo creo que Escocia pierde el partido por su propio error, que es gravísimo, de en el golpe de castigo que tienen en campo propio a 3min del final, no saber lanzarlo a touche, dejándolo en las manos de australia.
Una touch en campo contrario, de ganarla, era jugar lejos de su zona de marca y contra un equipo muy presionado por el marcador que podía cometer tranquilamente falta en cualquier ruck.
Para mi ese y no otro es el motivo por el que pierde Escocia

20 10 2015
Jorf

Por cierto, que sin saber exactamente la razón, Joubert no podía hacer uso del TMO http://www.planetrugby.com/news/it-should-have-been-a-scrum-world-rugby/

20 10 2015
ornat

No he leído el texto, pero trataré de aclarar. La razón por la que no pudo usar el TMO está en las propias reglas del rugby y en el protocolo de uso del arbitraje de vídeo. Acabo de comentar todo esto en el pío pío. Lo reproduzco aquí para aclarar en qué momentos y condiciones está contemplado el TMO:

El TMO no está a disposición del árbitro para juzgar cada jugada que éste considere dudosa, por decisiva que sea. Hay solo cierto tipo de acciones y situaciones en las que un colegiado puede recurrir al árbitro de televisión. Son las siguientes:

1. Aclarar si en un ensayo la pelota se ha apoyado y si se ha correctamente sobre la línea de marca.
2. Determinar si un jugador ha salido o pisado la línea de touche antes de apoyar la pelota en una acción que termina en ensayo.
3. Determinar si una pelota que ha sido pateada a palos pasó o no efectivamente entre los tres palos.
4. Confirmar si se ha producido algún tipo de infracción del juego en la jugada que termina en ensayo o en otra acción que impide un ensayo: el límite temporal está en las dos fases de juego inmediatamente anteriores a la jugada en la que se produce el ensayo / o acción defensiva que lo impide.
5. Revisar y considerar actos de juego sucio o antijuego que hayan podido pasar por alto los árbitros, que adviertan los jueces de línea o que el propio colegiado no tenga claros del todo: hablamos de puñetazos, agresiones, placajes retardados o peligrosos, cargas ilegales, placajes sin balón, avants deliberados etc.

Estos son los únicos cinco supuestos contemplados para el TMO, de forma que, en efecto, Joubert no podía recurrir al arbitraje de vídeo para decidir sobre una jugada que no implicaba un ensayo -por decisiva que fuera- y en la que ni él ni su juez de línea implicado creyeron tener dudas.

En este enlace va el protocolo publicado por World Rugby para este Mundial 2015 y las leyes completas sobre el uso del TMO: rugbyworldcup.com/news/96575

20 10 2015
cuenca

Pero sí podía haberlo hecho en la jugada anterior, la de la carga ilegal y retardada de Mitchell a Hogg, y sin embargo tampoco lo hizo, además de que no sería la primera vez, ni la última en que un árbitro consulta al TMO, en una jugada distinta a las que se señala en los protocolos de la World Rugby. Por cierto, yo no recuerdo ningún golpe de castigo a favor de Escocia a falta de tres minutos, sí recuerdo un golpe franco en una melé, pero si hubieran echado el balón fuera el saque hubiera sido favorable a los australianos y no a los escoceses. Jof no puedo estar de acuerdo en que fueron los propios errores los que le costaron el triunfo a Escocia, que hizo un extraordinario partido con aciertos y errores, como cualquier partido de rugby, pero que en el total creo que merecieron ganarlo, aunque sólo sea por aguantar casi 80 minutos al nº 2 del ranking mundial. El partido lo pierden objetivamente por la decisión equivocada de Joubert, no pasa nada por reconocerlo, eso también forma parte del juego. De hecho la propia World Rugby ha reconocido que debería haber pitado melé a favor de Australia.

19 10 2015
Jose Igancio Marca

Hola Mario, no comentar no significa no leer esta gran página que tienes. Respecto del artículo, es así, los neocelandeses y sus sistemas han cambiado el rugby y hay que fijarse en ellos y adaptar el rugby que se practique a su modelo, es el que gana partidos. Hace 4 años escribí algo similar, de estilo más sencillo y hasta simplón si me apuras, pero en la sencillez todo se entiende mejor, con tu permiso pongo el enlace para que me des/deis vuestra opinión respecto de la tiranía AllBlack.http://www.marca.com/2011/12/27/mas_deportes/rugby/1324981997.html.
Respecto de Joubert, nunca me ha parecido el mejor ni de lejos, como a ti, pero en todos los deportes hay quien se arrima y quién no, y debe costar mucho llegar hasta la élite como para perderlo. Barnes, de los mejores para mi porque siempre mantiene un mismo criterio, vió como su carrera profesional a nivel internacional se estancó por aquel avant ( Diós, un avant no pitado¡¡¡¡¡ ) en 2007 y se le mira con lupa y solo se le juzga por sus errores, no por los aciertos, ha pitado 7 finales de Liga Inglesa y más de 130 partidos allí, y más de 50 Test. En la final del 2011, a Joubert le pudo la presión y el ambiente, aunque yo considero justa la victoria de NZ. Debe ser sancionado duramente por no actuar bien, él mismo ha estado pidiendo TMO por jugadas con menos trascendencia, y hablo del retardado, de la otra jugada, considero que es juego abierto y Phipps habilita al escocés. Una semi ARG-ESC, con un posible no anglosajón en la final y una Escocia que ha sido arrasada estos años por los que no han pasado es muy duro de asimilar en las instancias decisorias.

Un saludo y continúa así, exige sacrificios pero es reconfortante.

20 10 2015
ornat

Gracias, José Ignacio. Animo a todo el mundo a leerlo y debatir cuanto queramos. Mi postura ha quedado clara en este artículo: creo que la insularidad -por llamarlo así- y los estilos de juego hay que saber combinarlos con la inevitable evolución del juego. Los All Blacks hacen a mucha velocidad cosas muy sencillas y eso los diferencia. Y un estándar técnico general muy alto. Y la preparación física.

19 10 2015
cuenca

Lo siento Mario, pero discrepo de tu opinión sobre que las quejas de Laidlaw «son improductivas y no aportan nada al rugby». Cuando se produce una injusticia hay que denunciarlo, sea en rugby, en balonmano, en petanca o al tute. Y lo que sucedió ayer en Twickers fue una injusticia palmaria, por partida triple: el sin-bin de Maitland y, sobre todo, las dos jugadas del final, el golpe sobre Hogg y el fuera de juego señalado sobre el pilier escocés, cuando se ve claramente en las repeticiones que Nick Phipps toca el balón hacia atrás. Lo que en mi opinión no ayuda al rugby es pasarlo por alto y construir un halo de infalibilidad en todo lo referente a este deporte. Todo el mundo se puede equivocar, y por supuesto Joubert también, pero esa tozudez en no consultar al TMO estando ante una jugada que él sabía que decidía el partido me parece impropia de quien muchos consideran el mejor árbitro del mundo. Es eso lo que, en mi opinión, genera controversia, no contarlo, y tú deberías saberlo mejor que nadie siendo periodista.
Pero además, me llama mucho la atención algo sobre lo que no se ha hablado prácticamente nada, que es la forma en la que Joubert abandonó el campo, a la carrera, sin quedarse siquiera a dar la mano a los jugadores. Alguien tan respetado como Gavin Hastings ha declarado (literalmente) «es lo peor que he visto en un campo de rugby en mucho tiempo». Brett Gosper, el CEO de la World Rugby, australiano por cierto, han manifestado, supongo que de manera irónica, que «quizá necesitaba ir al baño».
Cheika ha insinuado que alguien le lanzó una botella, aunque eso sólo se lo he oído a él. De ser cierto, todavía sería peor, porque esto sí que yo no lo he visto jamás en un campo de rugby y no me gustaría que empezara a ocurrir ahora, pero de ser incierto me parece una vil manera de justificar lo injustificable.
De hecho, el mismo Gosper ha sugerido que el arbitraje de Joubert podría ser «investigado». Veremos cómo acaba, aparte de con los escoceses con el corazón roto y fuera de los cuartos.

19 10 2015
ornat

Entiendo tu desacuerdo. Intentaré razonar mejor mi postura. No se trata de mantener un halo de infalibilidad: yo he estado muchos años dentro de un campo de rugby y he visto muchas cosas, como cualquiera que haya jugado, y sé de sobra que éste no es un deporte adánico. En realidad, no se trata del mito del árbitro intocable, no. Lo que defiendo es algo que me parece capital en el deporte: la aceptación madura de que el error forma parte del juego. El error propio y los errores ajenos. Y que, a veces, esos errores son fatales. Yo estoy de acuerdo contigo en todo; en lo del TMO también. Ni de lejos me parece Joubert el mejor árbitro, ni de lejos, pero eso ya son opiniones mías y no va más allá. También estoy de acuerdo con Laidlaw en la queja y la comprendo: eh, yo mismo me he quejado de un árbitro mil veces jugando a esto, como cualquiera. Y se lo he dicho después a él. Pero el partido se acaba y ahí acaba todo. ¿Sabes lo que dijo O’Driscoll en la TV inglesa cuando le preguntaron por la posible expulsión merecida de Herrera, el argentino? «Todos queremos que estos partidos se jueguen 15 contra 15 y, en una ocasión como ésta, creo que el árbitro ha sido sensible con lo que era mejor para el partido». Lo que estaba diciendo era, implícitamente: se ha equivocado, pero vamos a aceptarlo. Y la forma en la que se le ocurrió defender ese error fue poniendo el rugby por delante.

Si en lugar de un error se demuestra mala fe -cosa en la que yo no creo por principio pero que sí he visto en campos pequeños-, entonces hablaríamos de otra cosa… pero eso me parece tan difícil de demostrar… Cuando digo improductivo, digo que lo que me parece improductivo para el deporte, en general, y para el rugby en particular es alimentar las teorías de la conspiración a partir de las equivocaciones de los árbitros. Porque, por ese camino, las discusiones no terminarán nunca, se amontonarán unas sobre otras y compondrán un retablo de agravios que quedará adherido al juego, lo envilecerá y, sobre todo, nunca tendrá solución ni promocionará ningún acuerdo posible. Esto no hay que imaginarlo, basta mirar al fútbol. Yo, sinceramente, no querría eso para el rugby. Pero, desgraciadamente, es lo que creo que va a ocurrir al final. Soy pesimista en ese sentido.

Finalmente, merece la pena hacer una última precisión. Yo soy periodista de profesión, sí, pero aquí no escribo como periodista porque hoy por hoy no escribo para ningún medio. Me queda el oficio a la hora de hacerlo, pero mi postura en este blog es la de un aficionado al que le gusta el rugby; o, si quieres, la de alguien que ha jugado al rugby y quiere traspasar sus experiencias o lo que cree que ha aprendido. Entiendo que la finísima línea que trato de dibujar tiene que ver con una postura íntima y que, vista desde el otro lado, quizás cause extrañeza, pero créeme que es así: la intención de este blog no es ser un espacio periodístico ni estar sometido a las obligaciones del oficio. En ese caso, seguramente, haría mucho más hincapié en el asunto de las decisiones arbitrales. Pero no me siento periodista escribiendo aquí. Mantengo una cierta ética aprendida del ejercicio y una relativa forma de hacerlo que tiene que ver con el periodismo, pero mi aproximación a este espacio es sólo la de alguien a quien le gusta el rugby y lo cuenta, de igual a igual con los que estáis al otro lado. Y de la misma forma en que lo hace otra gente que escribe de rugby en otros blogs que no están adscritos a ningún medio de comunicación. En efecto no pasa nada por hablar de las decisiones arbitrales, al contrario: si no cuento lo de los golpes de Escocia es porque, por razones laborales, no vi la segunda mitad del partido. No tengo vistas las jugadas con detenimiento. Sí me refiero a la de Herrera porque la vi, y creo que mi impresión acerca de esa jugada está clara. Por tanto, no lo evito. Sólo que me interesa más explicar otras cosas que reducir la eliminación de Escocia o la victoria de Argentina a una decisión arbitral.

20 10 2015
cuenca

No puedo sino suscribir lo que tan acertadamente describes en tu respuesta. Y desde luego si algo tiene el rugby más que otros deportes, es la asunción de que el error del árbitro forma parte del juego. Y tampoco creo en teorías conspiratorias hasta que no me las demuestren con pruebas fehacientes, pero es que lo del partido de Escocia tiene muy mala pinta. No sé si es que Joubert se acojonó o que le pasó, pero sus dos últimas acciones no tienen sentido, ninguno. Herrera en mi opinión debió ser expulsado, pero el caso es distinto, la jugada se revisó con el TMO y al final se decidió lo que se decidió y ya está, a jugar. Pero es que las dos últimas jugadas del Escocia-Australia son realmente definitivas y sobre todo el último golpe contra los caledonios. Cuando Joubert pita ese golpe sabe que Australia va a ganar el partido salvo catástrofe bíblica. No soy seguidor de Escocia, pero comprendo su frustración cuando después de 24 años sin pisar las semifinales te las limpian de un plumazo a falta de 1 minuto.Y lo de salir corriendo al terminar el partido al estilo Jungenbrand ya no tiene nombre.
De todas formas en lo que a mí respecta cierro este estéril debate (en eso estoy de acuerdo contigo) y prefiero centrarme en lo que viene, que no es moco de pavo. Espero con impaciencia tu análisis previo de las semifinales.

Un abrazo.

19 10 2015
migueltuck

Verdades como puños. Los resultados de esta copa del mundo no hacen mas que refrendar lo que se hablaba, por lo menos por aqui, desde hace tiempo.
Como dices, este articulo bien podrias haberlo escrito antes del mundial, o hace un año, el caso es que mucha gente se da cuenta ahora por puro resultadismo, no por mirar el juego, las «intenciones» o el dichoso gameplan que mentais muchas veces por el twitter.
La diferencia de conceptos es abismal, el resultado puede ir variando.
Un saludo

19 10 2015
ornat

Jajaja… gameplan no recuerdo haberla usado nunca, pero sí: a veces hay demasiado breakdown, lineout, set-piece y cosas así. Cosa de no acumular sinónimos forzados.
Gracias.

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