Flores en el asfalto

8 02 2016

Bien está que el Seis Naciones venga a ser, en nuestro cerebro y el de la mayoría, un parque temático de la nostalgia oval. Pero la melancolía de los tiempos pasados no impide anhelar el aggiornamento del juego, que parece detenido en algún punto de difícil interpretación entre la evolución de la especie, el progreso de las reglas, las utopías del juego del Hemisferio Sur y el modelo triunfante en la pasada RWC15, que ahora mismo es el parámetro de medida. Si el rugby del Seis Naciones representa al juego que se practica en la mitad norte del planeta, hay que concluir que lo visto por ahora augura poca o ninguna intención de contestar al modelo sureño en su mismo idioma.

En ese sentido, la primera jornada dijo pocas o ninguna cosa que no supiéramos o pudiésemos intuir. En términos generales, cumplió con las tradicionales emociones y el esforzado equilibrio de los equipos. Pocas distancias en los marcadores, un empate con toda su carga de frustración repartida y una cuenta exigua de ensayos. Lo que sí hubo fueron miles de fases y rucks. Literalmente. Un juego repetitivo, ajeno al offload en los contactos, de fases acumuladas y relanzamientos que siempre acaban con un jugador en el suelo y la consiguiente abierta. Todo marcado por la falta de sorpresa y por los errores. Muchísimos errores.

Canna, Vakatawa, Al Dickinson, Kruis, CJ Stander y Priestland.

Canna, Vakatawa, Al Dickinson, Kruis, CJ Stander y Priestland.

Los nuevos proyectos de Novès Eddie Jones desplegaron velas con actuaciones más profesionales que brillantes. Nada extraño en que Francia gane a Italia con un partido mediocre; ni que Inglaterra abrase las pretensiones expansivas escocesas con su locomotora de vapor. Novès eligió arriesgar un poco más en la promoción de nuevos talentos (Jedrasiak, Vakatawa, Danty), y hubo más cosas anunciadas o intuidas que vistas. Mientras, Jones explicó con su equipo que lo suyo no es la revolución, sino la evolución. Así que a falta de juego en esta primera jornada hubo hombres. Gente que alumbró a sus equipos. En medio del entusiasta rugby de hormigonera, crecieron algunas flores en el asfalto. No diremos que fueran necesariamente los mejores pero, por unos motivos u otros, éstos nos llamaron la atención.

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Cinco cosas sobre Seis Naciones

20 02 2014

Viene la tercera jornada. Partidos decisivos, el monumental duelo entre Inglaterra e Irlanda (sin Dan Cole, lesionado de gravedad) y un viernes animado por el ultimátum de Gatland a sus jugadores antes de recibir a Francia: «El que no levante el nivel se juega estar en la Copa del Mundo», les ha dicho el técnico de los Dragones a sus demediadas estrellas. Francia llega invicta, un estado que no oculta las tensiones subterráneas, aunque plenamente visibles, de su rugby. Y, por abajo, Italia y Escocia en Roma. Uno de esos duelos ya clásicos por evitar quedar último clasificado.

Aunque parezca mentira por la apariencia enladrillada de su cabeza, Dan Cole no es el hombre sin cuello: de hecho lo tiene y lo tiene lesionado. No queremos imaginar la dimensión de los discos que operan en esa anatomía, pero uno de ellos ha dejado al pilar inglés fuera de concurso por lo que resta de temporada y su baja promete (más) sufrimiento para los ingleses frente a Irlanda.

Aunque parezca mentira por la apariencia enladrillada de su cabeza, Dan Cole no es el hombre sin cuello: de hecho lo tiene y lo tiene lesionado. No queremos imaginar la dimensión de los discos que operan en esa anatomía, pero uno de ellos ha dejado al pilar inglés fuera de concurso por lo que resta de temporada y su baja promete (más) sufrimiento para los ingleses frente a Irlanda.

1) Dragones y mazmorras

A Warren Gatland no le pareció nada bien lo que vio en su equipo frente a Irlanda. De hecho, le pareció lo que podríamos traducir como «inadmisible». Esta vez resulta fácil ponerse de acuerdo con el entrenador neozelandés de Gales: el 26-3 de Dublín constituyó una reunión de evidencias que apoyan las sospechas sobre su equipo. La pereza de una tercera línea pensada para dominar, los rigores de la primera, la merma de ritmo o la dispersión mental del medio de melé Mike Phillips, el largo interrogante sobre la cabeza de Priestland y la constancia de que el infalible Halfpenny ha caído un tanto de su punto exuberante del año pasado… Para la visita de Francia al Millennium (la Francia dudosa, la Francia imbatida), Gatland ha mandado a la mazmorra a Phillips, camino que parecía destinado a recorrer lo quisiera o no. Elige como relevo a Rhys Webb, el 9 de Ospreys, que en mayo pasado se rompió el cruzado de la rodilla y que se mantiene por delante del Scarlet Rhodri Williams (20 años), del que aquí ya hemos dejado alguna píldora de esperanza futura. Al margen del cambio en la bisagra, la baja de Scott Williams (unida a la anterior de Jonathan Davies) fuerza una muy interesante variación en la arquitectura del equipo galés: su segundo centro será nada menos que George North. Liam Williams irá al ala. El debut en ese puesto de North (jugador capaz de girar los partidos con sus arremetidas) resulta llamativo en sí mismo. Más todavía cuando enfrente, recordemos, aparecerá con la camiseta de Francia Bastareaud: tocado en el hombro la semana pasada con Toulon, el hombre bisonte ha pasado la prueba y estará en el XV de Saint-André. Uno no puede imaginar fácilmente un encuentro más bestial, literalmente hablando. Sólo un engendro rollo Hollywood: Alien contra Predator… ese tipo de cosas enfermizas.

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Lancaster hace, Lancaster deshace

4 02 2014

La tendencia a explicar los equipos de rugby a través de las decisiones de sus entrenadores es cada vez más frecuente. Más en las competiciones de clubes que en las selecciones, desde luego, pero está claro que la figura del entrenador, que tenía un papel secundario en el rugby clásico, va sumando preponderancia en los tiempos modernos. Ahora están bajo los focos. Esto también era así en los orígenes del fútbol y sabemos bien a dónde ha llegado la cosa. El rugby lleva décadas de retraso en su evolución y resulta fácil constatar que el progreso no siempre es lo que nos gustaría… Hablamos, claro, de Stuart Lancaster. Puede que el trabajo del entrenador inglés sólo sea posible juzgarlo en 2015, desde la perspectiva que nos ofrecerá la Copa del Mundo. Porque a cada momento Lancaster, y sus decisiones, nos recuerdan que está construyendo un equipo para esa cita. De cuando en cuando, las cifras lo subrayan, por si alguien lo pierde de vista: este fin de semana, ante Francia, la media de caps del XV de la Rosa era 13. O sea, nada. En este Le Crunch 2014 debutaron dos hombres más: el ala Nowell y el segundo centro Burrell. Cierto que las lesiones intervienen y que Lancaster se ha decidido (por fin) a revisar algunos nombres de su equipo base. Pero la juventud ha sido una tendencia constante, una característica básica del equipo inglés en los últimos años.

gael-fickou

Fickou apoya el ensayo que le dio la victoria a Francia, una jugada en el minuto 77 que le daba la vuelta a la larga remontada de Inglaterra. El equipo de Lancaster no supo ni culminar su ventaja ni defenderla, después de haber acumulado muchos méritos a lo largo del partido.

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