El rey anda en pelotas

28 02 2021

  • La singular trayectoria de Gales en este 6 Naciones resume un torneo de listón muy bajo: Inglaterra se disparó al pie de pura histeria y los de Pivac avistan un impensado ‘Grand Slam’

Suele ocurrir que los perros se parezcan a sus dueños y los equipos, a su entrenador. Por eso a uno le resulta casi coherente una Inglaterra que reacciona de forma exagerada a los estímulos de un partido: parece lógico cuando tienes al mando -y de líder único- a Eddie Jones, un habitual de la sobreactuación. Tras la derrota frente a Gales, con sus jugosos episodios intermedios, el australiano debió responder a una afilada entrevista de la periodista de la BBC Sonja McLaughlan, que insistió sobre las decisiones de Pascal Gaüzère, el árbitro del choque, y la interminable cuenta de golpes de castigo de sus jugadores. ¿Cómo había sido incapaz Inglaterra de frenar esa sangría?, inquirió la reportera. La contestación de Eddie Jones, que esta vez eludió cualquier tentación victimista para subrayar la autocrítica, fue altamente significativa: «We tried too hard». Literalmente, «nos esforzamos demasiado». Sobreentendido, lo que en realidad vino a decir Jones fue: no supimos controlarnos.

En efecto, Inglaterra perdió el tino al poco de poner el pie en el campo -un partido más acumuló golpes desde el arranque, escena que ya es habitual- y después ingresó en esa mediana histeria de los equipos que sienten que el árbitro los está embromando. Algo de eso hubo. Es cierto que el ensayo de Liam Williams pareció un adelantado obvio de Rees-Zammit y que su concesión por parte del francés Pascal Gaüzère y del TMO fue para iniciados. Y que en la desatención inglesa en el golpe de castigo que puso en juego Biggar, para ensayo de Adams, caben las dos interpretaciones: que hay que estar más atentos, sí, pero que según las reglas Gaüzère debió comprobar con Farrell que había pasado el mensaje de advertencia antes de decretar el reinicio del juego. De todos modos, y en la línea de Jones: antes y después de esos pasajes, Inglaterra tendió a la sobreactuación y no calculó que su exceso de celo competitivo la iba a meter en una trampa para elefantes.

(Sigue leyendo este post en H, el rugby que se lee)